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Identidad y complejidad en el aprendizaje de lenguas

Hace décadas, el interés de las disciplinas lingüísticas por el concepto de identidad se centraba en aspectos como el género, la L1 y la etnicidad, principalmente, desde una perspectiva sociolingüística. La idea de identidad que se manejaba entonces era, en esencia, la del grado de identificación individual étnica o lingüística del grupo social originario en relación con otros grupos sociales, es decir, las consecuencias lingüísticas y personales entre dos entornos sociales: el grupo al que el hablante pertenecía y aquel del que pretendía formar parte. Por tanto, la identidad como objeto de interés de estudio lingüístico se limitaba a contextos particulares de diglosia o procesos migratorios. De hecho, el estudio de la identidad es la base de la sociolingüística, puesto que esta trata, fundamentalmente, sobre la formación, presentación y mantenimiento de la identidad personal en la colectividad.

Más adelante en el tiempo, de forma paralela a lo ocurrido en las ciencias sociales, el foco de interés se extendió a aspectos de tipo interdisciplinar, como el comportamiento, la capacidad de agencia, los valores y la ética, el cosmopolitismo, las actitudes, la tendencia sexual, el acento o la motivación en relación a la identidad del aprendiente o hablante. El estudio de la asociación entre lengua e identidad se abrió a nuevos enfoques que vienen de los campos de la antropología y los estudios culturales y postcoloniales.

Si hay una idea que, según mi opinión, resume de forma gráfica el significado de identidad en la época actual, esa es la de Pavlenko y Blackledge: “a dynamic and shifting nexus of multiple subject positions, or identity options, such as mother, accountant, heterosexual or Latina”. La identidad se concibe como algo dinámico, cambiante, subjetivo y, hasta cierto punto, no como algo dado, sino optativo y como consecuencia de decisiones conscientes. En verdad, esta frase se refiere al análisis de los entornos sociales y multilingües en los hablantes, pero, descontextualizada como aparece aquí, refleja bastante bien la globalización sociocultural y su carácter policéntrico. El aprendizaje de lenguas, en general, y una gran parte de los contextos en los que se da, en particular, son solo una consecuencia de esta realidad global. Los elementos lingüísticos y culturales del aprendizaje, entre otros, se inscriben dentro de un sistema complejo que se ve influido por fuerzas externas que condicionan el proceso de aprendizaje. La noción de identidad se sitúa en un punto medio interno-externo en ese sistema, es su nexo.

La identidad, pues, es un proceso de autopercepción en relación, no ya a nuestro grupo social primario, sino al mundo, y se construye sobre el tiempo y sobre el espacio. Afecta al conjunto de representaciones personales, con pretensión real o imaginada, en un ámbito necesariamente social que trasciende el medio de lo físico y se imbuye de la apertura digital. Más que en singular, sería más adecuado hablar de identidades, puesto que una persona se conforma, inevitablemente, de varias identidades. Frente a estas, el concepto que se utiliza en la investigación para referirse al núcleo o aspecto central que recoge la esencia de un individuo es el self o yo mismo. Así pues, desde un punto de vista operativo que pretende dar sentido a algo tan complejo, se dice que un solo self da lugar a múltiples identidades en la interacción social.

Identidad (1)

Las identidades desde el punto de vista del aprendizaje de lenguas tienen una lectura múltiple, fragmentada y dinámica, algo que no es difícil descifrar desde una mirada que abarque algo más que un yo ensimismado. No es que esta descripción de identidad no se corresponda con otros tipos de aprendizaje no lingüísticos, pero se suele aceptar la idea de que el aprendizaje de una L2 lleva consigo un grado variable de reacomodo de la identidad del aprendiente. Las lenguas de herencia son un ejemplo de cambio, complejidad y hasta contradicción.

Frente a la concepción del lenguaje como sistema y a su aprendizaje como internalización de dicho sistema, una de las ideas que más me atrae, dentro del panorama teórico actual de la ASL, es la de la complejidad y dinamismo en su adquisición; un proceso localizado en un contexto particular en el que todos los actores del proceso de aprendizaje son considerados como sistemas que interactúan y se influyen a diferentes niveles. El contexto de aprendizaje viene dado, además de por personales, por factores sociales, históricos y políticos que lo modelan y que determinan, en gran medida, los términos en los que se dará la negociación de la identidad de los aprendientes.

Una vez más, las relaciones de poder inherentes a toda estructura social y a todo aprendizaje institucionalizado –que, en el caso del aprendizaje de lenguas, se ve incrementado por el estatus de la L2 y su grado de dominio cultural– harán su aparición en la identidad de los aprendientes y tomarán forma en diferentes tipos de motivación, agencia, privilegios o estigmas, adscripciones o rechazos. Es una realidad que, en correspondencia con las manidas ideas de modernidad líquida de Bauman, conduce a lo que denomina identidad flotante o identidad-flujo. En cualquier caso, partir de una concepción holística como esta puede aportar información que ayude a una mejor comprensión del proceso de adquisición, así como a integrar más activamente a los aprendientes. En este sentido, la teoría de la complejidad, por ejemplo, propone un acercamiento mixto al proceso de adquisición de la L2, de tipo socio-cognitivo, que permite tener en cuenta también la identidad.

A continuación, resumo las ideas que he ido sacando de lecturas sobre la identidad desde la perspectiva de las teorías posestructuralistas y su relación con los aprendientes de L2 (la lista no pretende ser exhaustiva ni lo puede ser):

  • Contribuyen a la selección de los objetivos para el aprendizaje y la enseñanza.
  • Ofrecen la manera de situar el aprendizaje individual de L2 en un entorno social más amplio.
  • Destacan las diversas posiciones desde las cuales los aprendientes de L2 pueden participar en la vida social y apropiarse de sus identidades deseadas, dentro de la comunidad de la lengua meta.
  • Propician el cuestionamiento, por parte de los alumnos, sobre cómo las relaciones de poder en el entorno social determinan el acceso a la comunidad de la lengua meta.
  • El contexto y las condiciones sociales no determinan por completo el aprendizaje de la L2, ya que están en continuo proceso de cambio.
  • Aportan herramientas para recoger la complejidad de sus identidades; la mayoría de las teorías psicológicas de la motivación del aprendiente de lenguas no recogen la complejidad de sus identidades.
  • Contribuyen a la comprensión del proceso de adquisición de L2 a través de sus constructos teóricos y el trabajo dentro del marco de las comunidades e identidades imaginadas.

Situar el aprendizaje de una lengua dentro de un contexto con la perspectiva suficiente como para incluir, adecuadamente, la realidad del aprendiente y la verdadera extensión del propio acto de aprender es siempre un reto. El concepto de identidad puede ayudar a tener algo más claro cómo hacerlo.


(1) Identidad, Nilka Avilés: https://www.flickr.com/photos/34583784@N04/15680684728/

Complejidad y caos en la investigación sobre L2

Double-compound-pendulum

Double rod pendulum (1)

 

Cuando uno está inmerso en un proceso de lecturas maratonianas, inconscientemente busca aquello que se salga de la monotonía y de la repetición. A veces no es necesario: suceden cosas como encontrarnos con términos como “chaos”, «fuzzy logic” y “complexity theory” en artículos sobre psicología educacional y adquisición de L2. El resultado que provoca es, primero, una cara de incredulidad por la extrañeza del descubrimiento. Cuando se comprueba que el alcance del hallazgo es un posible cambio de paradigma teórico en la investigación, el resultado final es, como poco, derramar una lágrima de contenida alegría.

La evolución de las teorías, como la del pensamiento en general, es un ccontinuum en el que el crecimiento se fundamenta en lo anterior, normalmente por oposición, por necesidad de aires nuevos o por hartazgo.

En la disciplina de adquisición de L2, uno de los grandes cambios de paradigma teórico e investigador fue el afectivo (Arnold y Brown, 1999). En este caso, la sucesión no se dio por oposición, sino por reconocimiento y adición de lo anterior. Frente a la pregunta tendenciosa “¿cognición o afecto?”, la respuesta apaciguadora fue la de “cognición y afecto” ya que la mente son pensamientos y emociones. La transición fue apacible.

Otro de los grandes cambios ha sido el de lo social, perspectiva en la que todavía se encuentra una mayoría investigadora. En este caso, sin embargo, el cambio se produjo por oposición: del “individuo como contexto” se pasó al “contexto del individuo” de base socioconstructivista. La visión del aprendizaje no toma ya como unidad el sujeto, sino que lo interpreta como interacción con el medio. Lo social también trajo indirectamente consecuencias en la dimensión temporal: de un enfoque centrado en los objetivos se pasó a uno centrado en el proceso, lo que supone una concepción dinámica de las variables y de la propia metodología de estudio. La apertura hacia lo cualitativo y su reconocimiento supusieron un nuevo cambio metodológico.

No todo es blanco o negro. No faltan las propuestas intermedias entre lo cognitivo y lo social, como la de la reciprocidad triádica de Bandura (1989) o la de L2 Motivational Self System de Dörnyei (2009) en adquisición de L2. Una postura conciliadora como estas no está exenta de problemas. Es el caso de la concepción “compleja” de la interacción entre lo individual y lo social que transmiten.

Así es como emerge lo que para algunos es un nuevo cambio de paradigma: la teoría de la complejidad. Su origen real está en las ciencias naturales y en la etiología matemática, y tiene un marcado componente transdisciplinario. Una vez más, no hablamos de ruptura frente a las teorías anteriores, sino más bien lo contrario; se da una voluntad de integración en donde predomina lo holístico y lo sinérgico. El aprendizaje es un sistema dinámico complejo, elástico, emergente, abierto, auto-organizado y adaptativo (Larsen-Freeman, 2014). La idea es muy sugerente: un fenómeno que aparentemente es caótico y aleatorio, pero que, en realidad, forma parte de un proceso mayor con una estructura coherente y organizada. ¿Acaso el aprendizaje de un idioma no se asemeja a estos rasgos?

Mi intención aquí no pasa por describir en detalle en qué consiste esta idea; es más bien advertir sobre los términos en los que se plantea una parte cada vez más importante de los modelos teóricos actuales en nuestra disciplina de conocimiento. Bueno, en realidad, se trata también de una loa arrítmica a una lágrima.


ARNOLD, J. Y BROWN, H. D. (1999): A map of the terrain. En J. Arnold (Ed.), Affect in language learning (pp. 1-27). Cambrigde: Cambridge University Press.

BANDURA, A. (1989): Human agency in social cognitive theory. American Psycologist, 44 (9), 1175-1184.

DÖRNYEI, Z. (2009): Individual differences: Interplay of learner characteristics and learning environment. Language Learning, 59(1), 230-248.

LARSEN-FREEMAN, D. (2014): Complexity theory. En B. VanPatten y J. Williams (Eds.), Theories in Second Language Acquisition, Routledge.

(1) Fuente de la imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/45/Double-compound-pendulum.gif

 

El profesor post-

El prefijo post- lleva ya mucho tiempo circulando por nuestras sociedades occidentales. Pocas etiquetas se resisten a dejarse acompañar por él y por sus grandes dosis de indefinición, ambigüedad y su correspondiente polémica. Surge de una provisionalidad que en muy pocos casos puede llegar a ser permanente. También en el ámbito de la lingüística aplicada se hace uso de él, como cuando hablamos de postmétodo o de lo postcomunicativo. Se dice que, a menudo, las etiquetas no hacen justicia a lo que tratan de representar por diversas razones. Si nos atenemos a una cuestión de mera terminología –dejando a un lado el debate que lleva parejo detrás de la poca idoneidad de poner etiquetas a todo– la ausencia de nuevos conceptos se debe a que nos encontramos en una larga etapa transitoria a otra realmente distinguible y todavía por venir, a la tremenda influencia del postmodernismo o a una simple falta de originalidad.

Bansky

Bansky

Ronald Inglehart (1991) describe en su teoría del cambio cultural las prioridades valorativas en las sociedades occidentales desarrolladas. Dice que nuestros intereses han cambiado. Ya no hablamos de valores materiales, sino de otro post-, el postmaterialismo: calidad de vida, medio ambiente, autoexpresión individual, sentimientos de pertenencia y participación en la comunidad, autorrealización, etc. La pérdida de lazos tradicionales y el debilitamiento de las grandes categorías sociales del pasado han llevado a un proceso de individualización y a una irremediable mayor autonomía del individuo en sociedades altamente diferenciadas. Una de sus consecuencias es el giro hacia un estilo de vida reflexivo (Beck, 1992). El sujeto individualizado se ve obligado a encontrar su propio estilo de vida y a definirse activamente ante la sociedad. Comienza un exigente y laborioso trabajo de búsqueda de identidad en la abundancia de ofertas culturales y libertad de elección. ¡Ahí es nada! Las biografías se hacen menos lineales y se diversifican. Confluyen, se expanden, se descomponen, se inventan, se autodeconstruyen… La identidad digital como extensión virtual de la identidad al uso o incluso como parte fundamental en nuestra exposición al exterior entra en juego.

#reconstrucción de la realidad #yo débil #revisión-autorrevisión

El estudio de la identidad y del self es uno de los grandes campos de interés actual en la lingüística aplicada, tema al que dedicaré un nuevo post. En el campo ELE, el PCIC señala tres dimensiones del alumno: como agente social. como hablante intercultural y como aprendiente autónomo. Esta división da cuenta de la realidad del aprendiente de lenguas actual y, por extensión, de una parte del modelo de ciudadano contemporáneo, al menos desde una visión eurocéntrica del aprendiente de español. El concepto de identidad excede el marco del aprendizaje de lenguas dado que ocupa todo el espacio de la individualidad; se supone que se distribuye homogéneamente por esas tres dimensiones del alumno.

Post-

Maison du Festival Rio Tinto Alcan, Montreal

En cualquier caso, como profesores debemos tener en cuenta, respetar y propiciar las manifestaciones de la identidad de nuestros alumnos. Además, aprender una lengua lleva implícitos cambios y contradicciones que se producen en todo ese proceso de descubrimiento, toma de conciencia y adaptación a ella. Si el componente lingüístico y cultural siguen formando la parte vertebradora de nuestra identidad también en la postmodernidad, esta se va a ver necesariamente influida –en mayor o menor medida– por la adquisición de una nueva lengua. A su vez, si uno de los objetivos más deseables y difíciles de conseguir es la individualización de la docencia, la identidad de nuestros alumnos se convierte en un elemento facilitador para alcanzarlo. Parece lógico afirmar que el componente motivacional que se deriva de la reconstrucción de la visión particular del mundo del alumno, ahora en otra lengua y bajo parámetros culturales diferentes e interculturales añadidos, se vería reforzado. Ahora bien, ese yo débil o en construcción necesita ávidamente del profesor propuestas para la reflexión, estímulos críticos y autocríticos, y, sobre todo, una gran competencia mediadora.

La enseñanza-aprendizaje de idiomas no es una disciplina ajena a su tiempo ni un compartimento estanco al margen de cambios de tendencias, y la autoconsideración de nuestros alumnos o la nuestra propia como profesores tampoco. En este mundo en red, en esta época de posts en donde la ilusión de lo permanente persiste en gran medida a golpe de medidas institucionalizadoras, la revisión y la autorrevisión constante se hacen imprescindibles. Cuánto peso no habrá tenido en lo que somos todo tipo de variables, incoherencias, contingencias, avatares, contradicciones, caos, etc. Eso también es una valiosa fuente de conocimiento. Puede que por ahí empiece la búsqueda del orden en estos tiempos revueltos.

Postdata: por cierto, la RAE establece que la forma pos- es preferible a post-.


BECK, U. (1992): Risk Society: Towards a New Modernity. Londres: Sage.

INGLEHART, R. (1991): El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas.